jueves, 19 de enero de 2012

¿Alguna vez te has sentido traicionado?


En 25 años me he sentido traicionado pocas veces. Tal vez la primera haya sido a los seis años, cuando mi hermano me delató a nuestra madre, acusándome de ser el causante de la destrucción en pedazos de un horrible y molesto jarrón que había en el salón de nuestra casa. El tiempo no se llevó el recuerdo, pero sí el rencor.

Además de esta, pocas han sido las traiciones que he sufrido, y, en cualquier caso, nunca han sido más graves. Intento rodearme de buenas personas, y cuando detecto el gen de la maldad, me doy prisa en suprimir de mi vida al sujeto en cuestión.

Solo una persona se empeña en hacerme la vida imposible, buscando nuevas formas de atormentarme, de mantener en jaque mi ya de por sí inestable estado de ánimo. Esa persona me acompaña donde quiera que vaya, me sigue como una sombra, pegada a mis pies; esa persona está en ellos, en mis pies, en mis extremidades, en mis manos, en el tronco, en el cuello y en mi cabeza. Está en mi mente, su rincón favorito del mundo, el lugar donde, si fuera el archienemigo de un superhéroe, instalaría su guarida secreta para maquinar sus planes de destrucción con un mínimo necesario de secretismo. Esta persona, mi némesis, mi contrario, la causa de mis males, el mayor traidor que haya podido conocer, soy yo. Soy yo quien se complica la vida al escoger siempre el camino más difícil, quien se empeña en pasarlo mal aun cuando no hay necesidad; soy yo, y no otro, el que se traiciona con cada decisión mal tomada, ya sea por falta de razón, impaciencia o testarudez. Yo soy el mayor traidor, porque traiciono a quien debería ser mi mayor aliado y mi mejor amigo. Soy el mayor traidor porque me traiciono a mí mismo.


Este texto, que responde a la pregunta del título, me consiguió una noche en un hotel de cinco estrellas en Dublín y dos entradas para un pase especial, antes del estreno, de "Indomable" (Haywire), la última película de Steven Soderbergh.

Cuando leí el email que me comunicaba el premio salté de la cama en busca de Ester; quería -necesitaba- compartir la noticia con alguien, lo que para mi impresionada mente supondría la reafirmación de que la noticia no era producto de mi imaginación. Durante los últimos meses, en mis conversaciones con Alberto sobre cuál sería nuestro próximo destino, yo no había dejado de insistir en lo atrayente que siempre me había resultado Irlanda, un país coloreado con el verde de su folklore, cualidad que lo emparentaba directamente con nuestro propio lugar de origen. Se trataba de una tierra que siempre había tirado de mí. Todos tenemos un punto concreto del mundo al que nos sentimos conectados a pesar de no guardar con este, en principio, la menor relación. El mío es Irlanda, compartido sin duda con Francia, aunque esa es otra historia.

Al bajar del avión y ver los primeros carteles indicadores escritos tanto en inglés como en gaélico me dije, con tanta confianza como perplejidad, "Estás en Irlanda", y seguí caminando envuelto en una nube de viajeros dejándome llevar por la alegría de ver cumplido un deseo largamente anhelado.

Sin duda habría supuesto una traición, el día que encontré el enlace del concurso convocado por La Sexta y Aurum Producciones, haber pasado de largo pensando que, dado el elevado número de participantes, no saldría ganador; me habría traicionado al no confiar en mí mismo, en la validez de mi propia respuesta. Habría fallado, pero lo cierto es que he ganado. Una pequeña victoria que me ha demostrado la importancia de confiar en uno mismo, de arriesgarse y probar suerte en un mundo que no da demasiadas oportunidades de sonreír.

Fueron 24 horas que recordaré el resto de mi vida, una ilusión cumplida que agradezco a aquellos que la han hecho posible.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Irlanda es mágica, es la palabra que mejor la define. Me imagino que será una especie de Galicia en las Islas Británicas, aunque no estoy muy seguro porque es la única región peninsular de España que me queda por conocer. Pero no por mucho tiempo...

Con retraso te felicito por tu premio y sobre todo por no decir no a una oportunidad (aunque sea remota). Eso eso tiene de por sí gran valor. Un abrazo.

Nomeko dijo...

Qué bien. Dublín es un viaje pendiente desde que leí Dublineses, de Joyce, y Dublinesca, de Vila-Matas. Hay muchos irlandeses interesantes, últimamente no dejo de escuchar a Damien Rice.

María Part dijo...

Vaya! Cierto es que leí en twitter que estabas en Irlanda... Pero no sabía que era gracias a esto! Supongo que... Enhorabuena con retraso :)

Y sí, coincido totalmente contigo en que nuestro mayor traidor somos nosotros mismos.

deWitt dijo...

Si es que incluso cuando nos boicoteamos a nosotros mismos le podemos sacar partido. Tú lo haces con palabras y, cómo ves, ha dado sus frutos.

Uno nunca sabe en dónde puede estar la suerte. Creo que hay que hacer las cosas porque salen de dentro, porque sientan bien....Yo empecé mi blog en busca de silencio y ya ves, he firmado un contrato con una editorial...quién me lo iba a decir a mí cuando a veces me decía: "esto que escribes es una mierda".

Qué quieres que te diga? Que sigas desconfiando de tí mismo, jajaja!

Un saludo

Anónimo dijo...

Espero que esta experiencia te halla servido para confiar más en ti mismo,que hay que ser decidido y arriesgado en esta vida,y algúnas cosas saldran bien y otras no pero lo importante es intentarlo,y esta vez te salio bien,como otras muchas que te quedan por delante.PORQUE:TU SI QUE VALES.TQMMM

No.me.pises.que.llevo.chanclas. dijo...

Y quién no se siente alguna vez así?? y el que responda que "no" está loco y no es de este mundo!!
Un beso fuerte

Mandarina dijo...

Compartimos los sitios favoritos...yo he viajado bastante para mis veintiuno y la verdad esque me quedo con Francia e Irlanda, quizá por que son las que hace más tiempo que no veo... Me alegro mucho y me da nueva esperanza ver que gente cercana triunfa en grandes concursos, me anima para meterme yo en alguno!

Kris Diminutayazul dijo...

'la importancia de confiar en uno mismo, de arriesgarse y probar suerte en un mundo que no da demasiadas oportunidades de sonreír'

gracias por compartir eso, porque intentaré llevarlo conmigo, por los días que vendrán... solemos olvidar cosas así, y se agradece que otros nos la recuerden

y a ti, por supuesto, felicidades :)
arriesgarse siempre supone una pequeña victoria contra uno mismo, pase lo que pase

David Cotos dijo...

Si me ha pasado pero luego he aprendido a perdonar, reinventarme y tratar de ser feliz. No hay ser humano perfecto. Éxitos en el concurso 20blogs.

Te invito a que conozcas mi blog en la sección de cine, se llama "Cine para usar el Cerebro"
http://cineparausarelcerebro.blogspot.com/