jueves, 6 de diciembre de 2007

Amor a ninguna vista


Imagen: Magritte, Los Amantes.

Es curioso como una pintura creada en la primera mitad del siglo XX pueda ejemplificar de forma tan precisa en modo en que se entienden las relaciones de pareja durante nuestro tiempo.
Dos personas se conocen en un bar, se miran, se gustan, empiezan a hablar de trivialidades, apenas recuerdan sus nombres y acaban conociéndose sexualmente en el apartamento de uno de los dos. Al día siguiente aquel encuentro no fue más que un desahogo momentáneo, como beber algo frío un día caluroso que te refresca en el momento, pero minutos después vuelves a estar igual, tan acalorado como al principio. Porque, ¿qué sabemos realmente de las personas con las que nos relacionamos, de las personas que queremos? ¿De verdad deseamos quitar esa tela que cubre el rostro de la otra persona?
En realidad, consciente o inconscientemente, hacemos todo lo posible por no dejarnos ver tal y como somos. No hasta que encontramos a la persona adecuada e incluso en ese caso tendemos a estropearlo todo disfrazando la verdad y engañando al ojo humano. Porque ésta es la clave. Tenemos miedo de que conocer a alguien en profundidad, pero nos aterroriza aún más que alguien nos conozca a nosotros.