jueves, 27 de octubre de 2011

Donde viven los doppelgängers

Doppelgänger es un término alemán que sirve para designar al doble o gemelo malvado de una persona. Su origen etimológico viene de doppel, que significa doble, y gänger, andante. Lo he descubierto a través de dos fuentes de mitología de indiscutible rigor: The Vampire Diaries y Wikipedia.

El del doppelgänger es un tema que me fascina. Me gusta fantasear con la idea de encontrarme un día con el mío, con mi opuesto, cómo sería la experiencia, qué haría. Lo primero: me quedaría embobado mirándole, observando el rostro que hasta entonces creía tener solo yo. Después le pediría consejo, porque el doppelgänger es como yo, pero más listo, porque él es mi alter ego maligno, y una persona maligna no sufre, en tanto en cuanto es ella la que causa el sufrimiento de los demás. Yo no quiero hacer sufrir a nadie, pero como en esta vida jodes o te joden, es bueno saber cómo sacar tu lado malo a pasear si la situación lo requiere.

Precisamente el otro día bromeaba con Eloy sobre la posibilidad de que haya suelto por el mundo un doble suyo, asegurándole que, en caso de ser cierto, él sería el doppelgänger, y el otro Eloy sería el doble bueno. No es que Eloy sea malvado, pero sí malo en dosis que hacen de él alguien carismático, de afilada respuesta. Todo un personaje, no por ello peor persona.

Me he propuesto ser mi propio doppelgänger. Uno más descafeinado que el del folklore y la ficción, eso sí, pero la misma idea.

A partir de ahora, cada vez que me enfrente a mi reflejo, dirigiré la mirada a esos ojos iguales a los míos, frunciré el ceño en señal de desafío, y sonreiré con descaro, mostrando una confianza renovada, haciendo ver un cambio que era necesario. Dejaré el sentimiento de culpa y abrazaré la sensación de seguridad que constituye la esencia de ese nuevo yo al que tanto temía. Después de todo, la luz solo se hace donde hay oscuridad.