jueves, 22 de diciembre de 2011

Cita antes de Navidad

No hay espacio más amplio que el que separa a una pareja en su primera cita. Lleno de preguntas, esperanzas y suposiciones, dicho espacio (que puede abarcar desde la amplia superficie de una mesa hasta los escasos centímetros que constituyen la proximidad de ambos cuerpos) existe con el propósito de ser llenado de toda clase de información, como el informe preliminar que un inspector redacta sobre sus primeras impresiones de la escena de un crimen que sirvan de base para la investigación que da comienzo.

Llamaré al chico en cuestión Juan Sin Miedo, tal era la actitud con que se había presentado en el lugar de encuentro, una cafetería escogida por mí entre todas las que pueblan la zona vieja de Santiago por ser la única cuyo ambiente y estilo no se correspondía con la personalidad de natural desenfado que caracterizaba dicha ciudad; al contrario, era un local imbuido por el espíritu capitalista de las franquicias, cuyo característico look, en lugar de dotarlo de personalidad propia, hacia precisamente lo contrario. Era, pues, artificial. Y artificial era el haberlo escogido, porque esperaba camuflar mi provinciana sencillez en un escenario pretencioso y banal. Y esas eran las dos posibles opciones para toda primera conversación: o innecesariamente profunda o exageradamente frívola.

Juan Sin Miedo cogió su té rojo del mostrador (porque allí no se atendía en las mesas) y se sentó a la mesa en la que yo llevaba un rato esperando con mi humeante descafeinado.

Hablamos durante aproximadamente dos horas, sin detenernos demasiado en ningún tema, saltando de uno a otro como si de nenúfares se tratasen, y nosotros ranas temerosas de hundirnos en el estanque si permanecíamos en el mismo demasiado tiempo. Nos despedimos con dos besos y la posibilidad -aún no sé si probabilidad- de volver a vernos.

El cielo estaba despejado, y aunque hacía bastante frío, en lugar de tomar el camino más corto, me desvié con la intención de ordenar las ideas con la ayuda de aire fresco. No tardé mucho en comprender que no había muchas ideas que ordenar (que guardasen relación con la cita) y mi mente se fue por otros derroteros. Las luces de Navidad indicaban el estado de ánimo de la ciudad, y el ritmo acelerado en las calles el de sus ciudadanos. El mío era plano; tal vez me sentía cansado, o aburrido. O nostálgico. Me preguntaba si había una diferencia real entre aquellas tres sensaciones.

El último tramo hasta mi portal fui en compañía de una pareja, el brazo de él cómodamente instalado en la cintura de ella. Ellos se pararon antes que yo, y mientras ella abría la puerta, él le anticipaba lo que esperaba que sucediera una vez dentro de casa arrimándosele por detrás y besándola en la nuca.

Hay citas que acaban, por así decirlo, bien; y hay citas que, simplemente, no acaban.



Felices fiestas a todos.

14 comentarios:

Madrilenials dijo...

Son las despedidas las que sintetizan largas conversaciones.
Cuando el adiós es banal, es que las palabras no han llegado al corazón.

P.

No.me.pises.que.llevo.chanclas. dijo...

pues que no acaben nunca... siempre es un "hasta luego"... yo tuve el miércoles una cita increíble... y jo... le voy a echar de menos :)
pero Enero está a la vuelta!!!
besazos pequeño!!

http://www.youtube.com/watch?v=yXQViqx6GMY&ob=av3e

Vértigo dijo...

Quien sabe.. puede hacer falta una segunda cita para que termine o no lo haga.

Sara Pérez dijo...

Bueno, en una primera cita entran muchos factores en contra: miedo, vergüenza...

Pero no pasa nada, para eso están las segundas citas. Una cita después de Navidad, por ejemplo. Siempre puede surgir la magia...

Un saludo :)

deWitt dijo...

Esto se pone interesante...Me da que tendremos próximo capítulo. En cualquier caso si lo deseas, espero que así sea.

Felices fiestas!

Mundos cruzados... dijo...

Gracias por visitar mi blog, y que bueno que en un día te amenice la mañana :-) me alegro. Espero que sigas visitando mi blog, el tuyo es muy interesante y me ha amenizado muchas mañanas :-) No pude dejar de votar en tu blog, ¡es muy bueno!

Feliz Navidad y un 2012 lleno de lo mejor.

¡Gracias y saludos!

INTERSEXCIONES dijo...

Cuando uno va a la cita ( y vuelve de la cita) pensando en cómo será (ha ido) la dicha, mala señal.

Las relaciones más interesantes salen al no plantearlo jamás.
Relajarse. Disfrutar. Vivir.

Beso

Maldita Dulzura dijo...

Gracias, e igualmente te digo con tu blog! Felices fiestas :)

Nacho López Murria dijo...

y las citas que se acaban sin más. Usted es un mago de las situaciones en general y en particular :)

-Big.Small.Big.Small- dijo...

Vaya muy buena esa sin duda :) me ha gustado esta entrada te lo digo en serio

Un abrazo y feliz navidad!

Nomeko dijo...

Una historia muy bien contada.

Mandarina dijo...

Las primeras citas suelen ser raras sean como sean! Al menos eso me dice la experiencia! Me parece que muchos nos quedamos con las ganas de saber la continuación, no nos dejes con la intriga eh?
POr cierto, espero que tengas feliz año y seguir "compitiendo" despiadadamente por ahí...la verdad esque tu blog es de lo mejor que he encontrado este año, me encantan tus historias que se separan de lo que suelo leer y a la vez están (por edad, creo) más cerca de mi propia vida :)

Yagoloro dijo...

Y yo que nunca paso de la primera cita... xD
Será que le doy muchas vueltas al asunto y no dejo fluir la cosa, como bien han dicho por aquí, :)
Y como no quiero ser yo el único que no lo haga... Feliz 2012, ^^
Un saludo, ;)

María/A cualquier otro lugar dijo...

Ha! Fantástica la última frase.

¡Besos!