jueves, 5 de mayo de 2011

Instituteces

Hoy he presenciado una pelea entre dos compañeros de clase. Uno le echaba en cara al otro que no le hubiese dejado fotocopiar sus apuntes. No quedándose ahí la cosa, el cruce de acusaciones derivó en violencia física. Que nadie piense en dos machotes, puños de acero y narices sanguinolentas; eran más bien dos niñatos pegándole al aire, por miedo a acercarse demasiado y hacerse daño de verdad. El incidente terminó gracias a la novia de uno de ellos, en quien se ocultaba la verdadera causa de la pelea.

Esto me ha hecho darme cuenta de que, en realidad, nunca abandonamos el instituto. Es como si, a lo largo de la vida, nos dedicásemos a salir de uno para entrar en otro, sin llegar nunca a terminar esa etapa que no se expone a términos medios: el tiempo la idealiza como la mejor de las experiencias o la exagera hasta convertirla en una pesadilla.

Yo nunca he sido un estudiante modelo, pero la expectativa de pasar un año más del necesario en aquel lugar tan frío como un hospital y hostil como una prisión era más de lo que habría podido soportar, así que me las apañé para cumplir las expectativas que todo padre tiene sobre sus hijos y me gradué cuando tenía que hacerlo. El día que tuve en mis manos las notas finales –mi pasaporte a la siguiente parada- fue uno de los más felices de mi vida. Sentí en mi corazón la libertad que ahora sé –también en mi corazón- que nunca llegamos a tener. Podemos acercarnos, la podemos presentir, pero nunca poseer. La libertad, la mayor paradoja de todas.

Incluso la independencia que creemos alcanzar viviendo fuera de casa es irreal. Es verdad que poseemos más libertad de acción, que padre y madre no están lo suficientemente cerca para aplicar su autoridad. Pero mientras vivamos de nuestros padres poco importa que no vivamos con ellos. Seguimos atados; lo seguiremos estando hasta que podamos vivir de nosotros mismos y, tal y como están las cosas en el mundo, eso es algo que resulta cada vez más complicado.

La vida entera es un instituto, uno cuyo final definitivo no hace feliz a nadie.

12 comentarios:

Silvia dijo...

Es lo que no nos dicen de pequeños..
y que a medida que pasan los años seguimos siendo los mismos, prevalecen los temores y cambia el entorno, el panorama languidece según que tiempos.. Seguimos siendo los mismos, solo que con más responsabilidades y más peso en cada brazo.. (y algunos en la barriga) xD

Besos,

Key Hunters dijo...

A mí me pasó el entrar en la facultad; yo pensando que aquello sería un sitio estupendo lleno de gente fantástica, y resultó ser un barullo de personas antipáticas como ellas solas. Qué decepción... ya podían explicar estas cosas en el colegio, ¿no?

Nacho López Murria dijo...

no nos van a dejar salir y ser libres, rey! cada vez soy más fan de tus reflexiones Alvarito!

Eloy dijo...

a mi me gusto el colegio ;p
de verdad se pelearon? que pena no haberlo presenciado...

F. Alexandros dijo...

Mi época de instituto no fue ni un infierno ni la mejor de las experiencias, sino una mezcla de ambas cosas. Un término medio, en todo caso.

Bastante de acuerdo con todo lo demás, no obstante.

Kissu

Nomeko dijo...

Yo llevo un par de años de independencia total, económicamente hablando, y no es que sea muy libre que digamos... Surgen nuevas ataduras. Esto de tener que despertarse a las 6 todos los días da poco margen de maniobra...

(ni que me importara una mierda) dijo...

A menos que.... te unas a una comunidad hippie!

(fuera de joda, nunca te lo imaginaste?)

Anónimo dijo...

Hay gente que nunca madura...lo triste es que cada vez que vemos a alguien que no lo ha hecho nos volvemos a sorprender xD

Besitos de caramelo

Cris dijo...

Pues yo daría un brazo porque la época de instituto no se acabara nunca. A partir de ahí todo son problemas... :S

Besitos!

B dijo...

Mi adultescente preferido;
Me llena de orgullo y satisfacción que me haya nombrado en su entrevista. Me llena más de orgullo y satisfacción que le hayan hecho una. Se lo merece.
Seríamos todos mucho más felices si aceptáramos que el High School seguirá marcando nuestras vidas. Que todas queremos llevar los pompones y la chaqueta de nuestro novio Quaterback. O igual más felices no, pero sí quizás más consecuentes.
No le agradeceré nunca bastante su nombramiento gratuito. Nos seguimos leyendo, por supuesto. Besos inmensos.

Vanesa Iglesias dijo...

Oye precioso, felicidades pola publicación en Amateurs! Realmente merecido!!

Bico enorme!!

Mista Vilteka dijo...

Bueno, sí. Pasamos de institución en institución. De organización en organización. La libertad quizás radica en la posibilidad de poder pasar del uno al otro. Saludos, muy bueno. Me gustó mucho.

Felipe.