sábado, 5 de diciembre de 2009

Despertar

Cuando desperté ayer, lo primero que hice fue mirar el reloj de pulsera que dejo en la mesilla de noche. Bueno, es algo que hago cada mañana, pero ayer lo hice de muy mala gana. Vale, todos los días lo hago de mala gana, pero ayer con más mal humor de lo normal. Esperaba que fuese ya la hora de levantarse, pero no eran ni las siete. Tenía dos opciones. Intentar quedarme dormido de nuevo para aprovechar el tiempo que me quedaba hasta las ocho, o empezar el día antes de lo previsto. Fiel a mi naturaleza perezosa, me quedé en cama.
Al poco rato comprendí que no volvería a conciliar el sueño. Comprobé la hora y no habían pasado ni diez minutos, me resultaba imposible encontrar la postura y no conseguía mantener los ojos cerrados por más que me esforzase, y es que cuanto más empeño ponía, más despierto me sentía.

Me puse boca arriba y, con los ojos abiertos, esperé a que mi visión se acostumbrase a la oscuridad. No paraba de pensar en el día que me esperaba, preguntándome cómo conseguiría llegar a la hora de la cena sin caer rendido. La noche anterior me había acostado más bien tarde y, habiéndome despertado antes de lo necesario, probablemente no había dormido más de cinco horas, es decir, la mitad de lo que mi cuerpo me pide que duerma para estar descansado.

Me dejé llevar por mis pensamientos, intentando dejar a un lado el mal humor que amenazaba con acompañarme el resto del día. Entre tanta oscuridad y silencio, se me dio por pensar en la muerte, y eso me cabreó más, porque no quería empezar el día con una cosa así en la cabeza. Intenté imaginar que a mi lado en la cama estaba un chico guapo e interesante, o guapo solamente, porque para lo que estaba intentando imaginarlo no necesitaba darme conversación. A pesar de todo, la idea de la muerte me seguía rondando la cabeza.

Aquello era como un limbo, un espacio entre la vida y la muerte, donde no es posible alcanzar el final del camino, aunque tampoco es posible retroceder. No podía quedarme dormido de nuevo, pero tampoco era la hora de levantarse. El despertador me avisaría una vez llegado el momento. La muerte no avisa, pasa y punto. Quieras o no.

No tardé en darme cuenta de que no era la muerte mortal lo que me estaba dando dolor de cabeza, sino esas pequeñas muertes a las que sucumbimos todos los días de la vida, las pequeñas traiciones que nos convierten en la persona que llegamos a ser en el momento en que nos vamos del mundo para siempre. Hace apenas un año era muy propio de mí levantarme a partir de la una de la tarde, la gente lo consideraba una característica propia de la persona que era. Ahora me cuesta lo mismo, eso no ha cambiado, pero me obligo a empezar el día a una hora prudente, ya que de otra manera no tendría tiempo para hacer todo con lo que mi sentido común me dice que debo ocupar el día. Desde luego, éste es un buen cambio, aunque cada mañana mi cuerpo me suplica que vuelva a mis viejas costumbres.
Otros cambios no son tan positivos. Hasta hace poco me consideraba una persona de lo más tranquila, dejaba que las cosas pasasen, sin agobios. Ahora soy un manojo de nervios, y debo esforzarme por mantener la calma cuando veo que llevo el trabajo con retraso.
En ese tiempo de sueño en la vigilia, pasaron ante mis ojos las cualidades que han constituido la base de mi personalidad hasta el momento presente, cuáles se han perdido en el tiempo, cuáles han sido sustituidas, y cuáles prevalecen. No creo que sea una mala persona, con eso ya salgo ganando con el cambio. La única conclusión a la que llegué fue que soy demasiado joven para hacer un balance de mi vida. Me prometí que a los treinta rendiría cuentas conmigo mismo.

La alarma del despertador se impuso sobre todo lo demás. Sin darme cuenta, me había vuelto a quedar dormido.

Ya eran las ocho y no había posibilidad de prórroga. Me levanté y me dispuse a empezar el día, contra todo pronóstico, con una sonrisa que me acompañó hasta que volví a refugiarme bajo las sábanas horas más tarde.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Es algo que hacemos todos muchas veces, te despiertas y te pones a pensar y pensar, y todo lo que hay a tu alrededor. Es curioso como en esos instantes, antes de levantarte, un sin fin de cosas se nos pasan por la cabeza.

Buena decisión la de levantarte más temprano, de verdad que haces bien, para aprovechar el día y sentirme tu mismo bien

Un beso cielo

Cecilia dijo...

A veces resulta complicado, pero siempre se debe empezar el día con una sonrisa... si se empieza así, normalmente se termina así :D
Ah, y por cierto, me encanta cómo escribes.

1 saludooo!! xD

Ismael U. V dijo...

Lindo posteo Alvaro, creo que es importante tener ese tipo de pensamientos, aunque sea una vez cada tanto "rendir cuentas con uno mismo" como vos decis. Y al respecto de los pensamientos de muerte, creo que aparecen en los momentos que menos los necesitamos, habria que tener un aerosol para ahuyentarlos :D
Lo importante es seguir levantandonos con una sonrisa :)
Saludos.

Palm dijo...

Yo suelo pensar cuando me voy a la cama, hasta que el sueño puede conmigo.

Mariona dijo...

a mí me cuesta mucho dormir...
y suelo despertarme muy a menudo.. tengo el sueño muy agitado.

Silvia dijo...

Un auto análisis a las 7am...
A lo mejor aunque estemos medio dormidos es la hora en que mas claro lo tenemos todo...

Yo dejé de buscar respuesta, al menos hasta que termine el 2009.

No sé yo si sea buena idea lo de esperar hasta los 30.. como si no fuera suficiente subir al tercer piso encima nos pedimos cuentas..jeje yo casi mejor me espero a los 31... por la resaca!

UnBeso!
=D

Si me dices serie,... dijo...

¿Todo eso lo pensaste nada más despertarte? ¡madre mia! yo ni siquiera sincronizo bien los movimientos hasta que no tengo café en vena.

Pero quizás el problema no es el desepertarse antes de la hora (que por otra parte jode bastante, pa' que no vamos a engañar) sino que piensas mucho :P

Las pequeñas cosas que nos pasan, las metas que nos ponemos, son cosas que nos hacen cambiar y evolucionar y llegar a donde llegamos. Tú ahora has llegado a este punto, al punto por ejemplo de obligarte a levantarte a un hora "razonable". La cuestión no es si has legado a este punto por el qué diran o porque quieres cambiar tus costumbres, lo importante, es que te sientas agusto con lo que haces, aunque los demás te tachen de vago o de lo que sea.
A fin de cuentas, lo esencial es estas agusto con la vida que llevas.

(Aunque para la próxima vez que te pase, intenta concentrarte más en la versión de que un tio guapo está a tu lado. Forma mucho más amena de empezar el día, ¡dónde va a parar!)

Alejandro Macías dijo...

Es curioso como en esos momentos de duermevela somos capaces de articular pensamientos tan profundos como esos, es como si nos regalaran unos instantes de lucidez extra y en los que de repente lo vemos todo claro, clarísimo, de ahí el confort final :)

Anónimo dijo...

Hola!

He dado por casualidad con tu blog... Ya sabes: "Picando en un comentario, tras otro, tras otro...".

El título del tuyo me llamó la atención: "Vida a los 20"... Se supone que cuando rondamos esa edad todo nos tiene que ir de putísima madre verdad? Ambos sabemos que no... (¡que un carajo para quién piense eso! jajaja). Aquí una servidora tiene 25 :-)

Luego me puse a leer esta entrada y la anterior... Me gustan tus días (aunque empiecen mal y esas cosas que a todos nos pasa de vez en cuando). Me gusta tu manera de contarlo... Así que por aquí andaré, fiel a tus historias.

Un saludo!!!

Cris dijo...

Pues mira, al final te sentó bien en insomnio matutino, tienes una capacidad de autovaloración fantñastica (yo al borde de los 30 soy incapaz de entenderme a mí misma muchas veces) y el día se te dio bien.
:)

Muchos besos!

Abogada Soltera dijo...

Soy una idealista pero creo que el Alma es el soporte de la personalidad.
Haz balance a final de cada año... A ver si te cuadran las cuentas, guapo!

BLAS dijo...

Que capacidad tienes amigo.
Yo soy un negado en ese sentido y en muchos otros.

Saludos blasianos.

Tadeus dijo...

Wau! Me encantan tus reflexiones, de vez en cuando tenemos que tenerlas para ir conociendonos a nosotros mismos :) A mi a veces también me da por autovalorarme y reflexionar sobre mi persona, sobretodo cuando he tenido un mal día... Un saludo!

F. Alexandros dijo...

Es normal pensar en cosas que nos preocupan en esos momentos, pues es cuando más cerca está nuestra parte consciente de nuestros subconscientes, de nuestra parte más interna...
Puede resultar algo desagradable, pero es tremendamente útil, en realidad...

Saludos^^