Durante los últimos días, habiendo terminado por fin los exámenes de septiembre, me ha dado por ver clásicos del cine en mi tiempo libre -que es todo-, pero clásicos de verdad, merecedores de dicha distinción desde el momento mismo en que nuestros abuelos salieron del cine con la sensación de haber sido testigos de algo especial. Uno de ellos en concreto, Gilda, y una de sus escenas en particular, me han hecho reflexionar sobre la idea de lo que es sexy en nuestros días, y lo que una vez lo fue.
La escena a la que antes me estaba refiriendo era aquélla en la que Rita Hayworth representaba el número musical que la convirtió definitivamente en un icono erótico. La actriz pelirroja, enfundada en un elegante vestido negro abierto de un lado, bailaba al ritmo de Put the blame on mame, dando en conjunto una visión difícil de ignorar. Durante el espectáculo -cuyo fin era provocar a su despechado marido- se quitaba de forma sugerente uno solo de los guantes que le cubrían los brazos. Y resalto el hecho de que se quitara un único guante, porque no le hizo falta nada más para seducir a cualquier hombre que estuviera siendo -o fuera a ser- testigo de su atrevimiento. Así era la mujer seductora de aquellos años, sofisticada, provocativa sin perder la elegancia, y hermosa de un modo natural, al menos -y no deja de ser contradictorio- en apariencia.
Años más tarde, cualquiera que vea la misma escena dirá algo así como "¿Y eso es todo?" con una expresión de decepción en su rostro.
Hoy en día es necesario enseñar, más que sugerir, para generar el mismo efecto conseguido por la femme fatale de los años cuarenta. Recordemos a Demi Moore en Striptease (1996), o Natalie Portman en Closer (2004). Ahora lo que se busca no es lo sensual, sino lo sexual. Lo que ahora aceptamos como sexy va mucho más allá de quitarse un guante o enseñar una pierna por encima de un vestido.
Para muestra, un botón. Angelina Jolie, considerada una de las actrices más deseadas, en la escena de Beowulf donde luce su impresionante cuerpo -digitalizado, eso sí- completamente desnuda. Escenas como ésta hacen que me pregunte si este "destape prolongado" no será más que el resultado de habernos liberado de los tabúes sobre el cuerpo humano que subyugaban a los espectadores de principios del siglo XX, o si es la muestra de que nos hemos vulgarizado con el paso del tiempo. Yo creo que hay un poco de ambas cosas, aunque no sabría decir cuánto de cada una.
Dejando los ejemplos masculinos para otra ocasión creo que la mejor forma de terminar esta reflexión es recordando la escena de Gilda en la que Johnny Farrell y Ballin Mundson piden permiso a la mujer protagonista para entrar en su habitación. El personaje de George Macready prudentemente le pregunta "¿Gilda, Are you decent?" y Gilda, tras una larga pausa, responde mientras se coloca sobre su hombro descubierto la tira caída del camisón, "Sure, I'm decent".
Años más tarde, cualquiera que vea la misma escena dirá algo así como "¿Y eso es todo?" con una expresión de decepción en su rostro.
Hoy en día es necesario enseñar, más que sugerir, para generar el mismo efecto conseguido por la femme fatale de los años cuarenta. Recordemos a Demi Moore en Striptease (1996), o Natalie Portman en Closer (2004). Ahora lo que se busca no es lo sensual, sino lo sexual. Lo que ahora aceptamos como sexy va mucho más allá de quitarse un guante o enseñar una pierna por encima de un vestido.
Para muestra, un botón. Angelina Jolie, considerada una de las actrices más deseadas, en la escena de Beowulf donde luce su impresionante cuerpo -digitalizado, eso sí- completamente desnuda. Escenas como ésta hacen que me pregunte si este "destape prolongado" no será más que el resultado de habernos liberado de los tabúes sobre el cuerpo humano que subyugaban a los espectadores de principios del siglo XX, o si es la muestra de que nos hemos vulgarizado con el paso del tiempo. Yo creo que hay un poco de ambas cosas, aunque no sabría decir cuánto de cada una.
Dejando los ejemplos masculinos para otra ocasión creo que la mejor forma de terminar esta reflexión es recordando la escena de Gilda en la que Johnny Farrell y Ballin Mundson piden permiso a la mujer protagonista para entrar en su habitación. El personaje de George Macready prudentemente le pregunta "¿Gilda, Are you decent?" y Gilda, tras una larga pausa, responde mientras se coloca sobre su hombro descubierto la tira caída del camisón, "Sure, I'm decent".
4 comentarios:
Bueno, hoy en día también se cultiva el arte de la insinuación, aunque claro está que mucho menos que antes. Por ejemplo, en el videoclip de "I kissed a girl", a Katy Perry sólo le hace falta acariciarse un poco el costado para que todos sepamos que nos está tentando... en cambio, Britney en "Womanizer" tiene que ponerse en pelotas en una sauna y restregarse contra la cebolleta de un tío. En cuestiones de talento, donde hay, hay, y donde no... hay que enseñar las tetas. :)
Pues yo soy de la opinión que con el tiempo las sucesivas generaciones se han anestesiado frente al estímulo, y ahora cuesta mucho mas conseguir levantar las pasiones de antaño.
Además, en el aspecto sexual, obviamente solo ocurre en humanos, pero en otros muchos aspectos, la habituación al estímulo ocurre en la mayoría de especies de animales.
Saludos!!!
Me alegra que te sientas identificado, por lo menos tengo el consuelo de no ser el único bicho raro de este planeta. Me dedico en mis ratos libres a la fotografía asi que la mayoría de fotos del blog las he hecho yo...hay una foto que me ha llamado la atención de tu blog y es un camino-selva, es tuya?
un saludo!
Creo sinceramente que el grado de vulgarismo en la sociedad ha ido creciendo considerablemente, no solo en este tema, si no en muchos más, antes, tal cual lo pintan los libros de la época, cuando una mujer se arreglaba para salir a la calle era la belleza personificada, o lo pretendía, tanto en modales como en el aspecto. Ahora de aspecto van igual de radiantes, pero párate a escucharlas hablar... se te cae el mundo encima.
No suelo ver películas antiguas, pero supongo que algún día tendré que probar suerte con esos clásicos, que no me vendría mal :)
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