Sales
de la facultad. Estás de mal humor; deprimido, más bien. Acabas de
hacer un examen, de esos que da vergüenza entregar al profesor
porque sabes que lo va a leer, que va a leer eso. Poco a poco,
las nubes de tu estado de ánimo se dispersan gracias a la llovizna
que empieza a caer, telonera de una tormenta. Tengo dos opciones,
piensas. Puedes irte a casa y rebozarte en el lodo de tu negatividad
o puedes ignorar el mal tiempo y dar un paseo. Una vez tomada la
decisión, emprendes rumbo a la Alameda, esperando que la lluvia
arrastre tu mal humor hasta la alcantarilla más próxima. Ves una
pareja corriendo en busca de refugio, riendo a carcajadas; la chica
no se suelta de la cintura del chico, que tiene los brazos levantados
para desplegar su chaqueta a modo de improvisado paraguas. Parecen
tan felices. Parecen tan felices juntos. Tú pareces idiota, solo en
mitad de la calle un día lluvioso, con aspecto de ser el paciente x
de algún virus contagioso, de esos que provocan el caos mundial en
las películas. Sigues caminando, y un ciclista cruza el paseo en
sentido contrario sorteando hábilmente un charco. Un charco que pudo
haberte salpicado. Te aferras a ese "pudo" con todas tus
fuerzas. Ese "pudo" te reafirma en tu desánimo, en tu odio
al mundo. En silencio -como el resto de tus múltiples quejas- lanzas
al mundo un reto: ¡Que alguien se atreva a joderme el día más
todavía! Como la llovizna que da paso al aguacero, tu
enfurruñamiento se convierte en auténtica furia. La gente es lo
peor. El mundo es lo peor. Una pareja de ancianos pasa a tu lado. La
señora te sonríe como lo haría tu abuela. El señor te dice, con
honesta preocupación, que como no te vayas a casa "vas a coger
una buena". Antes de seguir su camino la señora te vuelve a
sonreír. Entonces te das cuenta. El mundo no es lo peor. La gente no
es lo peor. Tú eres lo peor. Eres lo puto peor. Das media vuelta con la
sonrisa de la señora en el corazón. Ahora que has encontrado una
razón para alegrarte, te deshaces de las mil excusas para enfadarte. Y, de pronto, lo ves todo con una nueva luz. Una luz metafórica, claro, porque sigue diluviando. Y eso que el hombre del tiempo había dicho que haría sol durante todo el día.
8 comentarios:
Es estupendo cuando una sonrisa basta para abrir un claro de luz en un ánimo tormentoso. Me ha gustado mucho. Mañana intentaré recordarlo cuando me invada el mal humor que me persigue últimamente.
Un abrazo
Recuerdo esos días de examen...
Y que bonito es verlo todo negro... Y de repente que aparezca la luz....... :)
Es fantástico!
Un besazo!!!!
No se si ver que tú eres lo puto peor te anima mucho...ami al menos no lo hace :s (p.d aquí no llueve, nieva:P)
A veces cuesta encontrar una sola razón que se lleve todas las excusas para no sonreír, pero cuando la encontramos vemos lo estúpido que parecemos, :)
Hasta me hiciste reír porque muchas veces vivo esto.. Viva nuestros veinte años!!! Besos
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