No hay nada mejor que llenar las horas de los días sumergido en el mundo inventado de tu escritor favorito, del que terminas formando parte sin siquiera darte cuenta, desde el primer personaje del que te has enamorado hasta la atmósfera de la última novela que ha llegado a tus manos.
Yo no tengo escritor favorito, más bien una lista y, sin duda, Lucía Etxebarría está incluida. Un Milagro en Equilibrio fue la primera novela de la escritora valenciana que leí, la última publicada en aquel momento. Su forma de narrar los acontecimientos a base de saltos en el tiempo, como un anecdotario de relatos pasados que se enlazan formando un contexto global alrededor del presente de los personajes, esencialmente mujeres, consiguió engancharme a la historia desde la primera línea.
Era cuestión de tiempo que terminase buscando entre los atestados estantes de alguna librería el siguiente título de la escritora -en edición de bolsillo, que soy estudiante- de cuya protagonista esperaba enamorarme igual que lo había hecho de Eva Agulló en Un Milagro en Equilibrio. Y leí el volúmen de relatos Una Historia de Amor como Otra Cualquiera, seguido de De Todo lo Visible e Invisible, y Cosmofobia. Hasta que llegué a Amor, Curiosidad, Prozac y Dudas.
ACPyD es la primera novela publicada de Lucía Etxebarría, unicamente precedida de La historia de Kurt y Courtney: aguanta esto, biografía de Kurt Cobain y Courtney Love.
La primera de sus novelas está protagonizada por tres hermanas completamente diferentes en apariencia pero que, a medida que se suceden los acontecimientos, nos damos cuenta de lo mucho que se parecen en realidad.
No voy a engañar a nadie, esta no es la mejor lectura para mentes depresivas. Cada una de las protagonistas narra en primera persona las desgracias de sus vidas personales, asoladas por un trabajo desagradecido, la insatisfacción emocional o la falta total de aspiraciones en la vida. Se trata de una historia de historias tristes, donde cualquier veinteañero podría sentirse identificado, sobre todo con el personaje de Cristina, una chica de veintitantos que comienza su narración relatando su último polvo, tan intrascedente como todos los demás en comparación con los que echaba con su ex novio, con quien ha cortado antes de iniciarse la novela. No resulta difícil identificarse con esa forma tan contemporánea de buscar el amor, o el sustitutivo rápido que ofrece el sexo. Pero no todo es drama, ni en la vida ni en la literatura, y cada personaje, cada uno a su manera, intenta cambiar las cosas de la mejor manera que se le ocurre, unas más afortunadas que otras.
En cualquier caso me ha encantado la novela, genial inicio de la carrera literaria de su autora, una de mis favoritas, y la recomiendo encarecidamente.
Yo no tengo escritor favorito, más bien una lista y, sin duda, Lucía Etxebarría está incluida. Un Milagro en Equilibrio fue la primera novela de la escritora valenciana que leí, la última publicada en aquel momento. Su forma de narrar los acontecimientos a base de saltos en el tiempo, como un anecdotario de relatos pasados que se enlazan formando un contexto global alrededor del presente de los personajes, esencialmente mujeres, consiguió engancharme a la historia desde la primera línea.
Era cuestión de tiempo que terminase buscando entre los atestados estantes de alguna librería el siguiente título de la escritora -en edición de bolsillo, que soy estudiante- de cuya protagonista esperaba enamorarme igual que lo había hecho de Eva Agulló en Un Milagro en Equilibrio. Y leí el volúmen de relatos Una Historia de Amor como Otra Cualquiera, seguido de De Todo lo Visible e Invisible, y Cosmofobia. Hasta que llegué a Amor, Curiosidad, Prozac y Dudas.
ACPyD es la primera novela publicada de Lucía Etxebarría, unicamente precedida de La historia de Kurt y Courtney: aguanta esto, biografía de Kurt Cobain y Courtney Love.
La primera de sus novelas está protagonizada por tres hermanas completamente diferentes en apariencia pero que, a medida que se suceden los acontecimientos, nos damos cuenta de lo mucho que se parecen en realidad.
No voy a engañar a nadie, esta no es la mejor lectura para mentes depresivas. Cada una de las protagonistas narra en primera persona las desgracias de sus vidas personales, asoladas por un trabajo desagradecido, la insatisfacción emocional o la falta total de aspiraciones en la vida. Se trata de una historia de historias tristes, donde cualquier veinteañero podría sentirse identificado, sobre todo con el personaje de Cristina, una chica de veintitantos que comienza su narración relatando su último polvo, tan intrascedente como todos los demás en comparación con los que echaba con su ex novio, con quien ha cortado antes de iniciarse la novela. No resulta difícil identificarse con esa forma tan contemporánea de buscar el amor, o el sustitutivo rápido que ofrece el sexo. Pero no todo es drama, ni en la vida ni en la literatura, y cada personaje, cada uno a su manera, intenta cambiar las cosas de la mejor manera que se le ocurre, unas más afortunadas que otras.
En cualquier caso me ha encantado la novela, genial inicio de la carrera literaria de su autora, una de mis favoritas, y la recomiendo encarecidamente.
1 comentario:
me gustó, pero me gustaron más beatriz y los cuerpos celestes y nosotras q no somo como las demás...:)
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